Danytza Flores.
Veracruz, Ver.- La PROFEPA verifica fitosanitariamente –en puertos y aduanas– cada año, 70 mil embarques de madera y otras mercancías forestales procedentes del extranjero, así como siete mil embarques de especies de origen silvestre, incluyendo aquellas maderas sujetas a comercio internacional y reguladas por acuerdos multilaterales.
Con Sudamérica, México importa madera de varios países, aunque el comercio ocurre principalmente con Chile y Perú. En el periodo comprendido de enero de 2016 al 30 de junio de 2017, se hicieron revisiones a madera aserrada proveniente de esos dos países:
Chile: mil 159 verificaciones con un volumen de dos millones 842 mil 057.657 metros cúbicos, en 231 mil 520 piezas; en tanto, con Perú han sido 259 verificaciones, con un volumen de 105 mil 85 metros cúbicos en 78 mil 33 piezas, de enero del 2016 a junio del 2017.
México ha sido reconocido por su trabajo de implementación de la CITES, desde su adhesión en 1991, 18 años después de establecida esta Convención, por promover un comercio internacional de especies silvestres que garantice la viabilidad de las poblaciones en vida libre, con parámetros de legalidad, y obtenga beneficios en la economía formal nacional, impulsando también su reparto justo y equitativo entre los poseedores de los recursos naturales.
La PROFEPA realiza acciones permanentes de verificación, inspección y vigilancia tanto en territorio nacional como en los movimientos transfronterizos de mercancías, con la finalidad de que el aprovechamiento de los recursos forestales del país y las exportaciones e importaciones de mercancías forestales cumplan con el marco legal nacional y los convenios internacionales suscritos por México.
En cada eslabón de la cadena de aprovechamiento y comercialización de madera dentro del territorio nacional se verifica el cumplimiento de las restricciones no arancelarias de índole ambiental en materia de comercio exterior.
En materia fitosanitaria la carga de responsabilidad de las revisiones se encuentra en el país importador, con la finalidad de evitar la entrada de plagas y/o enfermedades que pudieran ocasionar un daño a sus ecosistemas nacionales, protegiendo de este modo su biodiversidad.
El comercio con Sudamérica
México importa madera de varios países sudamericanos, entre ellos Chile y Perú. Tan solo en el periodo entre enero de 2016 al 30 de junio de 2017 se hicieron revisiones a madera aserrada proveniente de esos dos países:
Procedentes de Chile, hubo un volumen verificado de 2 millones 842 mil 057.657 metros cúbicos, de la especie Pinus sp. De Perú, provenían 105,085 m3, en 78 mil 033 piezas de Amburana cearensis, Brosimum utile, Calycophyllum spruceanum, Cariniana decandra, Cariniana domesticata, Cariniana spp, Cedrela montana, Cedrela odorata, Cedrelinga catenaeformis, Clarisia racemosa, Dipteryx odorata, Dipteryx spp, entre otras.
Los puertos de entrada a México fueron: Altamira, Ensenada, Guaymas, Lázaro Cárdenas, Manzanillo, Mazatlán, Nogales, Nuevo Laredo, Ciudad de México, Progreso, Pantaco, Tampico y Veracruz.
En ambos casos se ha detectado irregularidades en el cumplimiento de restricciones no arancelarias; mediante consultas entre los países, derivándose, como en el caso chileno, en programas de trabajo supervisados para reducir el riesgo de ocurrencia.
La madera chilena llega, generalmente, en trayectos directos por el Océano Pacífico o a través del Canal de Panamá. En el caso peruano, las mercancías se exportan desde el puerto interior de Iquitos, en la Amazonia; los buques recogen carga a lo largo del río Amazonas, la costa atlántica de Sudamérica y el Caribe.
Supone un mayor número de tránsitos y transbordos por terceros países; por tanto, una mayor actividad en verificación, inspección y vigilancia para evitar la introducción de cargamentos ilegales o con ejemplares enfermos.
El caso del buque “Yacu Kallpa” con bandera peruana
En enero del año 2016, la PROFEPA fue notificada sobre un cargamento de madera aserrada ilegalmente en Perú por la Administración de la Aduana de Tampico:
Al revisar, se encontró que el buque “Yacu Kallpa” transportaba madera aserrada del género Virola (Cumala) y Simarouba (Marupa/Cedro Blanco) con un volumen de madera con destino en México de 3 mil 311 atados de madera (6,098.9 metros cúbicos). Ninguno de esos tipos de madera están incluidos en la CITES, por lo que no requerían permiso especial, además que el embarque contaba con toda la documentación.
Posteriormente, la Fiscal de Delitos contra el Ambiente de Perú contactó a la PROFEPA para solicitar la retención del buque, ya que el 12.5% de la madera transportada tenía un origen ilegal; se hizo de su conocimiento que debía contactar a la Procuraduría General de la República y a la INTERPOL, al carecer de las atribuciones legales.
La Procuraduría General de la República ordenó la inmovilización de la embarcación, la suspensión de su salida, de las mercancías transportadas e inició los procedimientos legales.
En abril de 2016, con base en información comunicada a la PROFEPA, las autoridades judiciales declararon el buque en abandono a favor del Estado, toda vez que la naviera Yacu Taski, propietaria del mismo, se declaró en quiebra, al no poder solventar los costos adicionales de operación ni cubrir los fletes de la mercancía transportada, derivados por la demanda del Gobierno de Perú.
El exitoso caso mexicano de la madera de Dalbergia
En los años 2011 y 2012, la PROFEPA detectó intentos de exportación ilegal de madera del género Dalbergia, conocida como Granadillo o Palo de Rosa, en distintos puertos mexicanos con destino al mercado asiático. En conjunto con la autoridad aduanera se emitió una alerta.
De manera continuada, en años posteriores, la PROFEPA ejecutó inspecciones a cada eslabón de la cadena de aprovechamiento y comercialización. Ocurrieron procedimientos administrativos y resoluciones, clausuras, suspensión de actividades, decomiso de distintas cantidades de madera, herramientas y vehículos usados.