Esperanza Morales.
Veracruz, Ver.- El astillero de Veracruz permanece de pie a pesar de la serie de altibajos en la historia de la industria naval mexicana.
En 1982 fue remodelado para apuntalarse como el primer centro de construcción naval pesada de México; luego de dar como frutos la construcción de cuatro buque-tanques para Pemex entre 1983 y 1989, irónicamente se declaró en quiebra a principios de los noventa.
En este contexto fue el 13 de marzo de 1995 cuando el astillero vuelve a emerger, ahora con un nuevo nombre y con nuevos bríos como Talleres Navales del Golfo (TNG).
Hace 23 años ya que la familia TNG ha venido remando unida, con la determinación no sólo de permanecer, sino también de trascender, ya que en los últimos años ha logrado contrarrestar el débil fletamiento nacional y las complicaciones del mercado marítimo internacional, echando mano del “expertise” de su gente.
Además de la transformación del acero para construir y reparar embarcaciones se abre paso en la industria metalmecánica con la fabricación de chimeneas, pedestales para torres eólicas, tanques de gran envergadura y estructuras para obra civil como vigas y parapetos usados en autopistas, etcétera.
Quizá sí en el pasado, tras reactivar el astillero aquel lunes 13 de marzo de 1995, se hubieran dicho que el astillero en el futuro sería un recinto en el que las placas de acero serían convertidas en algo más que buques o componentes de embarcaciones no se habría podido creer o imaginar.
Sin embargo hoy es una realidad posible gracias a la confianza que nuestros clientes depositan en el talento, compromiso e ingenio de todos los que integramos Hutchison Ports TNG, el astillero en el que lo más valioso no son sus grúas, ni sus diques, ni sus talleres, sino los corazones apasionados que habitan dentro de él, informó TNG en un comunicado que colgó en su página web.