Pedro Cruz.
Veracruz, Ver.- El primer remolcador totalmente eléctrico de Canadá, que pronto entrará en funcionamiento, es un ejemplo de lo que puede lograrse en la lucha por la justicia climática y de las naciones originarias cuando colaboran trabajadores y trabajadoras, pueblos indígenas y empresas.
Peter Lahay, coordinador del Cuerpo de Inspectores/as de la ITF en Canadá, relata a la ITF la inspiradora iniciativa de la sección 400 del sindicato ILWU, que reunió a todos los interlocutores sociales para impulsar el transporte sostenible y la creación de empleos para la nación haisla.
“Hace una década, cuando el GNL [gas natural licuado] era apenas un rumor sordo en Kitimat, el departamento marítimo de la sección 400 del ILWU se percató de inmediato de que el proyecto supondría la creación de puestos de trabajo marítimos y de que esos futuros empleos en los remolcadores pertenecían, antes que a nadie, a los marinos de las naciones originarias del lugar”, explica Lahay. “Nos pusimos manos a la obra para asegurarnos de que los empleos fueran para ellos, y lo hicimos con determinación, solidaridad y la convicción de que un perjuicio para uno es un perjuicio para todos”.
“Empezamos reconociendo que las naciones originarias fueron los primeros marinos de la Costa Oeste. Conseguimos modificar el apartado de los estatutos de nuestro sindicato que regula el transporte marítimo. Viajamos a Kitamaat Village y nos reunimos con la nación haisla para consultar cuál debería ser el siguiente paso en el proceso de reconciliación. Toda esta labor se inició antes de que Seaspan empezara a operar en la región, algo de lo que todos nuestros miembros podrán sentirse siempre orgullosos”.
El sindicato inició un diálogo antes de que Seaspan se involucrara, pero ambas partes llegaron rápidamente a las mismas conclusiones: que la nación haisla debería participar en el negocio de los remolcadores que operan desde su territorio histórico y que las inversiones en este servicio deberían estar a la vanguardia de la acción contra el cambio climático.
Tras años de arduo trabajo de todas las partes, el presidente de la sección 400 del ILWU, Jason Woods, y el secretario-tesorero, Ziggy Mangat, asistieron el mes pasado a la botadura del primero de los pioneros remolcadores eléctricos de batería sin emisiones de HaiSea.
El HaiSea Wamis (OMI 9942964), bautizado así en homenaje a Wamis, el primer antepasado que buscó refugio en Kitamaat, es un remolcador de 28,4 metros de eslora y 131 toneladas, construido para dar servicio al nuevo centro de exportación de LNG Canada en Kitimat. Su tripulación está compuesta en su totalidad por gente de mar haisla afiliada al ILWU.
“Damos la bienvenida al HaiSea Wamis a nuestras costas”, afirma Jason Woods, “pero, sobre todo, damos la bienvenida a esta nueva andadura que nos permite la asociación entre Seaspan, las naciones originarias y nuestro sindicato. Somos gente de mar orgullosa —todos y cada uno de nosotros—, orgullosa del trabajo que realizamos, de la fuerza de nuestra solidaridad y del valor de nuestra contribución a nuestras familias, comunidad y país”.
Jacques Kerkhof, presidente del Comité de Remolcadores de la Federación Europea de los Trabajadores del Transporte (ETF), celebra la pionera iniciativa del ILWU: “Me quito el sombrero ante la sección 400, que desde el principio vio el enorme potencial de creación de empleos marítimos que tenía la terminal de GNL y reconoció la competencia de la nación haisla. El ILWU inició hace una década un proceso de diálogo con la población haisla de Kitamaat con el fin de garantizar a los marinos de las naciones originarias trabajo decente y bien remunerado. Felicitamos al ILWU de Canadá y al pueblo haisla por su liderazgo mundial en la lucha por la justicia de las naciones originarias y la acción climática”.
Kerkhof subraya que el transporte marítimo representa en la actualidad el 3 % de las emisiones de carbono a escala mundial y que el sector debe abandonar urgentemente los combustibles convencionales para mantener el calentamiento global bajo control.